Rompecabezas

Rompecabezas
Así se forma el conjunto, uniendo, como en la música, el silencio con el sonido o, como en poesía, la ingeniería con el verso. (Despedida)

lunes, 11 de noviembre de 2013

Los girasoles ciegos




Por fin, llegó [el capitán Alegría] a Somosierra, un pueblo de granito y pizarra que necesita el paisaje para ser hermoso. Llegó al atardecer, con un sol oblicuo y denso a sus espaldas que le permitió acercarse a la caseta del fielato* donde los guardianes del camino habían instalado sus reales. Allí estaban los soldados del ejército que había ganado la última batalla, con los uniformes, las botas, los tabardos y las armas que él había administrado tantos años. No sintió ni nostalgia ni arrepentimiento, pero sí melancolía.
Les observó tras su difusa miopía durante horas, incluso cuando la noche se echó encima y los soldados tuvieron que encender hogueras para iluminar el camino y calentarse. Observó la parodia de un cambio de guardia, hecho al buen tuntún y con una desgana que reflejaba más hastío que victoria.
Debió de ser entonces cuando nació la reflexión que recogió en unas notas encontradas en su bolsillo el día de su segunda muerte, la real, que tuvo lugar más tarde, cuando se levantó la tapa de la vida con un fusil arrebatado a sus guardianes.
«¿Son estos soldados que veo lánguidos y hastiados los que han ganado la guerra? No, ellos quieren regresar a sus hogares adonde no llegarán como militares victoriosos sino como extraños de la vida, como ausentes de lo propio, y se convertirán, poco a poco, en carne de vencidos. Se amalgamarán con quienes han sido derrotados, de los que sólo se diferenciarán por el estigma de sus rencores contrapuestos. Terminarán temiendo, como el vencido, al vencedor real, que venció al ejército enemigo y al propio. Sólo algunos muertos serán considerados protagonistas de la guerra.»
Todos los pensamientos y con ellos la memoria debieron de quedar sepultados bajo la fiebre, bajo el hambre, bajo el asco que sentía de sí mismo, porque haciendo acopio de la poca fuerza que aún le quedaba, arrastrándose ya, pues ni siquiera incorporarse pudo en el último momento, se aproximó al cuerpo de guardia lentamente, sin importarle el asombro y la repulsión que sintieron los soldados al ver arrastrarse esos despojos.
Cuando el llanto se lo permitió, dijo:
–Soy de los vuestros.

Alberto Méndez, Los girasoles ciegos (Primera derrota: 1939 o “Si el corazón pensara dejaría de latir”).

viernes, 7 de junio de 2013


LA LÍRICA DEL SIGLO XX HASTA 1939

La poesía española del siglo XX hasta el estallido de la guerra puede dividirse en  dos grandes etapas: la primera de ellas abarcaría los movimientos modernista y noventayochista y la segunda al novecentismo, las vanguardias y la generación del 27.

El término Modernismo hace referencia a una serie de tendencias artísticas europeas y latinoamericanas que revolucionaron el arte de finales del siglo XIX y principios del XX y que, ofreciéndose como alternativa a la literatura burguesa y realista de la segunda mitad del siglo XIX, consistía en la búsqueda de nuevas formas y de la belleza ornamental. Como movimiento literario surge en Nicaragua de la mano del poeta Rubén Darío y pasa por dos etapas, una más esteticista y sensorial influida por el parnasianismo francés, y otra más íntima, de cierto compromiso e influida por el simbolismo, Esta última versión será la que llegue a la pluma de nuestros escritores como Juan Ramón Jiménez (los de su etapa "sensitiva") y las Soledades, galerías y otros poemas de Antonio Machado, donde el poeta reflexiona en tono melancólico sobre temas como el paso del tiempo o la muerte con una estética renovada y una simbología propia.

El Movimiento noventayochista, si bien está inmerso en este clima generalizado de fin de siglo al que hemos llamado Modernismo, presenta unas características propias que lo diferencian. La primera de ellas es que se trata de un movimiento exclusivamente español la segunda sería su carácter socio-político ( el modernismo es solo un movimiento cultural y artístico). Así dentro del ambiente modernista finisecular, en España surgirá  un grupo de autores (conocidos como Grupo del 98) que reaccionarán ante la crisis del 98. Efectivamente, tras la pérdida de la últimas colonias, a la crisis económica, política y social en que estaba sumida la nación, se le une una crisis de ideas que se manifiesta especialmente en la tambaleante "idea de España". En los versos de Machado y de Unamuno se denuncia el atraso y la miseria del campesino castellano y se reivindica la necesidad de regeneración nacional. En cuanto a la estética, la poesía de este grupo limaba alguno de los excesos modernistas y mostraba cierta depuración formal: léxico menos retórico y versos más cortos.

Pero en torno a 1914 surge en España una nueva generación de intelectuales, formados en universidades y de vocación europeísta que reacciona contra el sentimentalismo en el arte y propone un nuevo concepto de poesía intelectual. Se les conoce como Novecentistas o Generación del 14. A esta corriente pertenece la "poesía pura" de Juan Ramón Jiménez, una poesía desnuda e intelectualizada.Otro nombre clave es el de ramón Gómez de la Serna, introductor de las primeras vanguardias en España y creador de las " greguerías" (pequeñas composiciones que unen metáfora y humor). Son los primeros pasos hacia un vanguardismo que tendrá en torno a 1920 sus primeras manifestaciones propias con el Ultraísmo cuyo manifiesto se debe a Rafael Cansinos Assens. Algunos autores establecen  los antecedentes de la vanguardia de nuestro país en la visita del chileno Vicente Huidobro a Madrid tras haber estado en parís en contacto con las vanguardias francesas. Su venida estimuló a los incipientes ultraístas y su Creacionismo influyó en autores del 27. Por último habría que mencionar el ensayo de ortega y Gasset La deshumanización del arte, cuyos postulados de necesidad de una poesía pura alejada de los sentimentalismos decimonónicos dieron base teórica a esta nueva lírica.

Poco a poco, sin embargo, estos ideales de pureza de las primeras vanguardias se fueron abandonando. Tras los cambios sufridos en la sociedad del momento, en nuevo contexto social (con el advenimiento de la república) y por influencia del surrealismo francés, aparece en los años 30 una poesía de denuncia y de contenidos sociales. Los poetas que protagonizan este panorama son los del llamado Generación del 27: un grupo de jóvenes reunidos en torno a la Residencia de estudiantes de Madrid que elevarán el género poético a cumbres difícilmente superables. Sus miembros  (que se dan a conocer en el Ateneo de Sevilla en la celebración del tercer centenario de la muerte de Góngora) son: Jorge Guillén, Pedro salinas, Federico garcía Lorca, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Manuel Altolaguirre y Emilio Prados. Casi todos ellos tienen poemarios escritos antes de 1930 en los que combinan lo culto con lo popular y la tradición con la vanguardia. Así hay que destacar la poesía neopopular de Lorca (Poema del cante jondo y Romancero gitano) y de Alberti (Marinero en tierrra); la poesía pura de Dámaso Alonso Poemas puros) y de Guillén (Cántico) o de Salinas Seguro Azar y Presagios) y los poemarios creacionistas de Gerardo Diego ( Imagen y Manual de espumas). En trono a 1930 el grupo sufre la influencia del surrealismo francés y de la poesía de Pablo Neruda. En esta línea de influencia se ubican los primeros poemarios de Luis Cernuda (Los placeres prohibidos,1931 y  Donde habite el olvido,1934), de Vicente Aleixandre (Espadas como labios ,1930), Poeta en Nueva York de García Lorca, publicado en 1940, pero escrito entre en 1929-30 y Sobre los ángeles (1928) de Alberti. En un lugar aparte hay que poner la lírica amorosa de Salinas y sus poemarios La voz a ti debida (1933) y Razón de amor(1936).

Será el estallido de la guerra civil española lo que trunque la evolución poética de esta generación posicionada al lado del bando republicano ( y la de otros poetas que comenzaban a asomar en el panorama lírico de nuestro país, como Miguel Hernández, el poeta del pueblo). garcía Lorca será asesinado ese mismo año, el joven Hernández morirá en la cárcel en 1942 y el resto de poetas de la Generación del 27 se verán obligados al exilio. Vicente Aleixandre y Dámaso Alonso se quedarán en el llamado "exilio interior" y serán los encargados de, esquivando la presión de la censura, apadrinar a a los poetas de las siguientes generaciones.



viernes, 26 de abril de 2013

Textos literarios. Poesía




Por encima del mar, desde la orilla americana del Atlantico

¿Si yo hubiera podido, oh Cádiz, a tu vera
hoy, junto a ti, metido en tus raíces,
hablarte como entonces,                                                          
como cuando descalzo por tus verdes orillas
iba a tu mar robándole caracoles y algas!

Bien lo merecería, yo sé que tú lo sabes,
por haberte llevado tantos años conmigo,
por haberte  cantado casi todos los días,
llamando siempre Cádiz a todo lo dichoso,
lo luminoso que me aconteciera.

Siénteme cerca, escúchame
igual que si mi nombre, si todo yo tangible,
proyectado en la cal hirviente de tus muros,
sobre tus farallones hundidos o en los huecos
de tus antiguas tumbas o en las olas te hablara.
Hoy tengo muchas cosas,muchas más que decirte.

Yo sé que lo lejano,
sí, que lo más lejano, aunque se llame
Mar de Solís o Río de la Plata,
no hace que los oídos
de tu siempre dispuesto corazón no me oigan.
Por encima del mar voy de nuevo a cantarte.

                                                     Rafael Alberti. Ora marítima

Textos periodísticos




martes, 20 de marzo de 2012


" Juguemos " Elvira Lindo

Juego de "pídola". Francisco de Goya
Jugar en la calle. Jugar en grupo. Esa es la actividad extraescolar que un grupo de educadores y psicólogos americanos han señalado como la asignatura pendiente en la educación actual de un niño. Parecería simple remediarlo. No lo es. La calle ya no es un sitio seguro en casi ninguna gran ciudad. La media que un niño americano pasa ante las numerosas pantallas que la vida le ofrece es hoy de siete horas y media. La de los niños españoles estaba en tres. Cualquiera de las dos cifras es una barbaridad. Cuando los expertos hablan de juego no se refieren a un juego de ordenador o una play station ni tampoco al juego organizado por los padres, que en ocasiones se ven forzados a remediar la ausencia de otros niños. El juego más educativo sigue siendo aquel en que los niños han de luchar por el liderazgo o la colaboración, rivalizar o apoyarse, pelearse y hacer las paces para sobrevivir. Esto no significa que el ordenador sea una presencia nociva en sus vidas. Al contrario, es una insustituible herramienta de trabajo, pero en cuanto a ocio se refiere, el juego a la antigua sigue siendo el gran educador social.
Leía ayer a Rodríguez Ibarra hablar de esa gente que teme a los ordenadores y relacionaba ese miedo con los derechos de propiedad intelectual. No comprendí muy bien la relación, porque es precisamente entre los trabajadores de la cultura (el técnico de sonido, el músico, el montador, el diseñador o el escritor) donde el ordenador se ha convertido en un instrumento fundamental. Pero conviene no convertir a las máquinas en objetos sagrados y, de momento, no hay nada comparable en la vida de un niño a un partidillo de fútbol en la calle, a las casitas o al churro-media-manga. Y esto nada tiene que ver con un terror a las pantallas sino con la defensa de un tipo de juego necesario para hacer de los niños seres sociales.

(PAU Junio 2011)

jueves, 25 de abril de 2013

textos literarios. Narrativa




San Manuel Bueno, mártir. Unamuno.

Su vida era activa, y no contemplativa, huyendo cuanto podía de no tener nada que hacer. Cuando oía eso de que la ociosidad es la madre de todos los vicios, contestaba: «Y del peor de todos, que es el pensar ocioso». Y como yo le preguntara una vez qué es lo que con eso quería decir, me contestó: «Pensar ocioso es pensar para no hacer nada o pensar demasiado en lo que se ha hecho y no en lo que hay que hacer. A lo hecho pecho, y a otra cosa, que no hay peor que remordimiento sin enmienda». ¡Hacer!, ¡hacer! Bien comprendí yo ya desde entonces que don Manuel huía de pensar ocioso y a solas, que algún pensamiento le perseguía.

            Así es que estaba siempre ocupado, y no pocas veces en inventar ocupaciones. Escribía muy poco para sí, de tal modo que apenas nos ha dejado escritos o notas; mas, en cambio, hacía de memorialista para los demás, y a las madres, sobre todo, les redactaba las cartas para sus hijos ausentes.

            Trabajaba también manualmente, ayudando con sus brazos a ciertas labores del pueblo. En la temporada de trilla íbase a la era a trillar y aventar, y en tanto aleccionaba o distraía a los labradores, a quienes ayudaba en estas faenas. Sustituía a las veces a algún enfermo en su tarea. Un día del más crudo invierno se encontró con un niño, muertito de frío, a quien su padre le enviaba a recoger una res a larga distancia, en el monte.

            ─Mira -le dijo al niño-, vuélvete a casa a calentarte, y dile a tu padre que yo voy a hacer el encargo. 

            Y al volver con la res se encontró con el padre, todo confuso, que iba a su encuentro. En invierno partía leña para los pobres. Cuando se secó aquel magnífico nogal -«un nogal matriarcal» le llamaba-, a cuya sombra había jugado de niño y con cuyas nueces se había durante tantos años regalado, pidió el tronco, se lo llevó a casa y, después de labrar en él seis tablas, que guardaba al pie de su lecho, hizo del resto leña para calentar a los pobres.

Miguel de Unamuno: San Manuel Bueno, mártir.


viernes, 19 de abril de 2013


LA NARRATIVA DE LOS AÑOS 70 A NUESTROS DÍAS

En los años 70 continúa escribiéndose novela experimental como en la década anterior. Novela, recordemos, de estructura en secuencias, con ruptura temporal y punto de vista múltiple; con la técnica del contrapunto; con monólogo interior y disgresiones; de lenguaje culto y sintaxis compleja. Pero a partir de 1975, con la muerte de Franco, la llegada de la democracia y el fin del aislamiento tradicional español, se abre un nuevo periodo para la narrativa. Ahora hay un auge de los grupos de comunicación de masas y una generalización de la cultura.
     Las novelas de esta época vuelven al relato tradicional y la historia interesante en sí misma, en que predomina un sentimiento de desencanto, una visión irónica y distante de los problemas colectivos en beneficio de temas más personales o íntimos como la soledad, las relaciones personales, la realización como individuo, el amor, el erotismo, la infancia; no se refleja la actualidad política pero sí hay una gran influencia de los medios de comunicación de masas y una vuelta al estilo realista, de frase corta más fácil de leer.
     Los autores más destacados de esta etapa pertenecen as distintas generaciones. Narradores de posguerra renovados (Camilo José Cela, Miguel Delibes, Gonzalo Torrente Ballester etc) conviven con autores de los años 60 (Juan Marsé, Carmen Martín Gaite) y de los 70 (Juan Benet, Juan Goytisolo etc).
     En los años 80 y 90 surge un gran número de novelistas nuevos. No existe una tendencia dominante, Comparten el panorama literario novelas muy diferentes en estilo, temas y calidad. Destacan:
. La novela histórica de intención paródica (G. Torrente Ballester en Crónica del rey pasmado. 1989) o de recreación del pasado; No digas que fue un sueño (1986) de Terenci Moix; Miguel Delibes escribe sobre los protestantes del siglo XV en la que es su última novela, El hereje (1998); José Luis Sampedro, escribe sobre la guerra civil en Octubre, octubre  (1981) etc.
. La metanovela también llamada novela especular, que consiste en incluir la narración misma como centro de atención del relato y reflexionar sobre la creación novelística: Beatus ille (1986) de Antonio Muñoz Molina.
. La novela intimista vuelve a lo privado con el análisis psicológico de los personajes femeninos como los de Rosa Montero: Te trataré como a una reina (1983) o Soledad Puértolas; los sentimientos republicacnos: Manuel Rivas en El lápiz del carpintero (1998) etc.
. La novela lírica desarrolla el proceso de un individuo en formación, su acceso a la experiencia. Destacan Javier Marías: Todas las almas y Corazón tan blanco; y Julio Llamazares.
. La novela neorrealista situada en un espacio conocido, la ciudad provinciana o la gran urbe. Aquí podemos incluir el grupo de escritores jóvenes conocidos a finales de los años 90 como Generación X, que se caracterizan por ofrecer una visión desencantada de la vida, con protagonistas muy jóvenes y presencia de la violencia (muchas veces injustificada, como un modo de darle salsa a la vida), con continuas referencias musicales y cinematográficas anglosajonas y jerga del mundo de la noche o las drogas. Los autores más conocidos son: Ray Loriga, Lucía Etxebarría y José Ángel Mañas (Historias del Kronen, 1994).
. La novela policiaca, casi siempre influida por la novela y el cine negro americano, Son las obras de Manuel Vázquez Montalbán y su detective Carvalho; Antonio Muñoz Molina (El invierno en Lisboa, Beltenebros); Eduardo Mendoza y Arturo Pérez Reverte.
. La novela de crítica política refleja la desilusión de las décadas de los 80 y 90: Juan Madrid, Días contados (1993).
     En la primera década del siglo XXI siguen las tendencia anteriores; si acaso se observa un auge del cuento. Unos de los mejores cultivadores del relato es Alberto Méndez, que en los Girasoles ciegos (2004) engarza cuatro historias de posguerra. Los microrrelatos de Luis Mateo Díez, J. Mª Merino o Juan Pedro Aparicio también tienen mucho éxito. En los últimos años hay eclecticismo: se escriben memorias, autobiografías, libros de viaje, cuentos, relatos, microrrelatos y por supuesto, novela de todas las tendencias. Si acaso , una tendencia destaca sobre todas: la histórica tanto del pasado remoto como reciente.




jueves, 18 de abril de 2013






MAX.-Como te has convertido en buey, no podía reconocerte. Échame el aliento, ilustre buey del pesebre
belenita. ¡Muge, Latino! Tú eres el cabestro, y si muges vendrá el Buey Apis. Lo torearemos.
DON LATINO.-Me estás asustando. Debías dejar esa broma.
MAX.-Los ultraístas son unos farsantes. El esperpentismo lo ha inventado Goya. Los héroes clásicos han
ido a pasearse en el callejón del Gato.
DON LATINO.- ¡Estás completamente curda!
MAX.-Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la
vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada.
DON LATINO.-¡Miau! ¡Te estás contagiando!
MAX.-España es una deformación grotesca de la civilización europea.
DON LATINO.-¡Pudiera! Yo me inhibo.
MAX.-Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas.
DON LATINO.-Conforme. Pero a mí me divierte mirarme en los espejos de la calle del Gato.
MAX.-Y a mí. La deformación deja de serlo cuando está sujeta a una matemática perfecta. Mi estética
actual es transformar con matemática de espejo cóncavo las normas clásicas.
DON LATINO.- ¡Eres genial! ¡Me quito el cráneo!
MAX.-Latino, deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida
miserable de España.
DON LATINO.-Nos mudaremos al callejón del Gato.

                                                                                         Luces de bohemia. Valle-Inclán
                                                                                         Fragmento de la escena XII





Textos literarios. Teatro



EL RETIRADO.-El Principio de Autoridad es inexorable.
EL ALBAÑIL.-Con los pobres. Se ha matado por defender el comercio, que nos chupa la sangre.
EL TABERNERO.-Y que paga sus contribuciones, no hay que olvidarlo.
EL EMPEÑISTA.-El comercio honrado no chupa la sangre de nadie.
LA PORTERA.- ¡Nos quejamos de vicio!
EL ALBAÑIL.-La vida del proletario no representa nada para el Gobierno.
MAX.-Latino, sácame de este círculo infernal.
Llega un tableteo de fusilada. El grupo se mueve en confusa y medrosa alerta. Descuella el grito
ronco de la mujer, que al ruido de las descargas aprieta a su niño muerto en los brazos.
LA MADRE DEL NIÑO.- ¡Negros fusiles, matadme también con vuestros plomos!
MÁX.-Esa voz me traspasa.
LA MADRE DEL NIÑO.- ¡Qué tan fría, boca de nardo!
MAX.- ¡Jamás oí voz con esa cólera trágica!
DON LATINO.-Hay mucho de teatro.
MAX.- ¡Imbécil!
El farol, el chuzo, la caperuza del sereno, bajan con un trote de madreñas por la acera.
EL EMPEÑISTA.- ¿Qué ha sido, sereno?
EL SERENO.-Un preso que ha intentado fugarse.
MAX.-Latino, ya no puedo gritar... ¡Me muero de rabia!... Estoy mascando ortigas. Ese muerto sabía su fin...
No le asustaba, pero temía al tormento... La Leyenda Negra, en esos días menguados, es la Historia de
España. Nuestra vida es un círculo dantesco. Rabia y vergüenza. Me muero de hambre, satisfecho de no
haber llevado una triste velilla en la trágica mojiganga. ¿Has oído los comentarios de esa gente, viejo
canalla? Tú eres como ellos. Peor que ellos, porque no tienes una peseta y propagas; la mala literatura, por
entregas. Latino, vil corredor de aventuras insulsas, llévame al Viaducto. Te invito a regenerarte con un
vuelo.
DON LATINO.- ¡Max, no te pongas estupendo!
                                                                                  
                                                                    Luces de bohemia. Valle-Inclán
                                                                                              Fragmento escena XI  











miércoles, 17 de abril de 2013

La lírica desde los años 70 a nuestros días



LA LÍRICA DESDE LOS AÑOS 70 A NUESTROS DÍAS

En 1970 José Mª Castellet editaba una antología poética clave en la evolución de nuestra lírica; Nueve novísimos poetas españoles y recogía los siguientes nombres: Pere Gimferrer, Leopoldo Mª Panero, José Mª Álvarez, Guillermo Carnero, Manuel Vázquez Montalbán, Antonio Martín Sarrión, Félix de Azúa, Vicente Molina Foix y Ana Mª Moix. La intención de este volumen era presentar a una generación que llegaba esgrimiendo una nueva forma de hacer poesía: rompía con la popesía anterior y se insertaba en la línea de la literatura experimental. En posteriores recopilaciones se fueron incluyendo nombres como Luis Alberto de Cuenca o Luis Antonio de Villena. Estos poetas a los que se conoce también como Generación del 68, ya no creen en la poesía como vehículo de comunicación, abandonarán el tono intimista y autobiográfico de la década anterior y llevarán a cabo una renovación total del género.
     Son autores nacidos tras la guerra civil, que han tenido una educación católica y que sienten fascinación por los mass media: los tebeos, el cine, la incipiente TV etc. Es la primera generación de poetas que viaja al extranjero, simpatizan  con los movimientos hippies y el Mayo del 68 y reivindican la cultura beat, el pop, el rock and roll, la democratización de la cultura y la estética kitch. Los temas de su poesía son de lo más variado, algunos más frívolos y de influencia norteamericana (la publicidad, el mundo de Hollywood) y otros más sociales (denuncia de la guerra de Vietnam o de los valores de la sociedad de consumo), sin olvidar el amor o el erotismo.
     La ambientación de sus textos es variada. Todos ellos muy alejados de la realidad cotidiana del lector. Entre la diversidad de fuentes de la que bebe esta poesía habría que añadir la música clásica, la mitología, el arte y la propia literatura, especialmente la europea ( Eliott, Ezra Pound, Kavafis...) o la hispanoamericana ( Borges, Octavio Paz y Lezama Lima). Para engarzar materiales de procedencia tan diversa, los poetas novísimos recurrirán a técnicas como el pastiche o el collage y a menudo se mezclan en sus versos tipografías diversas o palabras escritas en varios idiomas. La libertad formal es total, lo que afectará al verso, a la puntuación y a la disposición gráfica del texto.
     Habría que señalar la coexistencia de esta generación de dos tendencias  diferentes: una que arranca de la cultura popular, rechaza los valores sociales establecidos y reivindica el uso de materiales tradicionalmente considerados "no poéticos" como frases hechas, refranes o versos de coplas (Ana Mª Moix, Vázquez Montalbán); y otra más culturalista, de lenguaje más artificioso y preciosista ( Pere Gimferrer, Guillermo Carnero).
     En estos mismos años, un grupo de jóvenes poetas leoneses reacciona contra el movimiento novísimo: se trata del Equipo claraboya (fundado por Agustín García Calvo y Luis Mateo Díez) que propone una poesía neomarxixta y reivindica a autores como Bertolt Brecht o Cernuda y la poesía de corte social.
     Poco a poco, el excesivo formalismo de la poesía experimental de los años 70 va dejando paso a una poesía más interiorizada y de temas cotidianos. El 1980 se comienza a hablar de poesía postnovísima. Como característias generales se pueden mencionar la recuperación del realismo, el alejamiento de la experimentación y la vuelta al concepto de poesía como comunicación. En sus poemas se observa, asimismo, una mayor presencia de humor, de ironía y de temas íntimos. Sin embrago, lo que realmente define esta década es la variedad de tendencias que presenta. Veamos algunas de ellas:
- Neosurrealismo: entronca con  la poesía surrealista de las Generación del 27. Blanca Andreu.
- Neorromanticismo:  representada por Antonio Colinas; poesía de temas recurrentes como la noche, el misterio de la naturaleza o la muerte.
- Neorruralismo o poesía épica: así se etiquetó a Julio Llamazares porque su poesía es una reflexión del paso del tiempo, la soledad o la muerte en un tiempo remoto y en un espacio rural de características míticas.
- Poesía erótica: erotismo desde el punto de vista femenino. Ana Rossetti.
- Decadentismo y culturalismo: poesía refinada, culta y decadente. Luis Antonio de Villena.
- Minimalismo o poesía conceptual: poesía abstracta y libre de artificio, heredera de la poesía pura de los años 20. Miguel Casado.
- Poesía de la experiencia. vuelta a los autores de los 50 como Gil de Biedma o Ángel González. Lírica de temas cotidianos y urbanos y una visión desencantada de la vida.Luis García Montero, Jon Juaristi.
     En la década de los 90 y principios del nuevo milenio se destaca la agudización del contraste entre la poesía de la experiencia y la poesía del silencio. Los primeros acusarán a los segundos de herméticos y elitistas, y los segundos a los primeros de vulgarizar la poesía con temas insignificantes y formas manidas.
     A finales de la década de los 90 aparece la poesía de la diferencia corriente que, representada por el cordobés Antonio Rodríguez Jiménez, propugna la libertad creativa individual y acusa a los poetas de la experiencia de una relación "clientelística" con los poderes públicos. Otra alternativa la ofrecen estos últimos años los poetas agrupados en torno al colectivo valenciano Alicia bajo cero y las llamadas Voces del Extremo, quienes se reúnen en Moguer desde 1999. Estos poetas reivindican una poesía comprometida, crítica y política pero con un lenguaje muy diferente al del realismo social.
     El mapa actual es muy complejo porque muchos de los poetas de generaciones anteriores siguen publicando y porque hace falta un poco de perspectiva para poder sintetizarlo. Se puede señalar como característica generalizada el cambio en los canales de comunicación poética que supuso la popularización de internet (blogs, revistas electrónicas o  encuentros en la red) y un nuevo género que florece, muy acorde con los tiempos,  la micropoesía:  pequeños pildorazos poéticos de consumo rápido.
   



martes, 16 de abril de 2013





Del pasado efímero

Este hombre del casino provinciano,
que vio a Carancha1 recibir un día,
tiene mustia la tez, el pelo cano,
ojos velados por melancolía;
bajo el bigote gris, labios de hastío,
y una triste expresión, que no es tristeza,
sino algo más y menos: el vacío
del mundo en la oquedad de su cabeza.
Aun luce de corinto terciopelo
chaqueta y pantalón abotinado
y un cordobés color de caramelo,
pulido y torneado.
Tres veces heredó; tres ha perdido
al monte su caudal; dos ha enviudado.
Solo se anima ante el azar prohibido,
sobre el verde tapete reclinado,
o al evocar la tarde de un torero,
la suerte de un tahúr, o si alguien cuenta
la hazaña de un gallardo bandolero,
o la proeza de un matón, sangrienta.

Bosteza de política banales
dicterios al gobierno reaccionario,
y augura que vendrán los liberales,
cual torna la cigüeña al campanario.
Un poco labrador, del cielo aguarda
y al cielo teme; alguna vez suspira,
pensando en su olivar, y al cielo mira
con ojo inquieto, si la lluvia tarda.
Lo demás, taciturno, hipocondriaco,
prisionero en la Arcadia del presente,
le aburre; sólo el humo del tabaco
simula algunas sombras en su frente.
Este hombre no es de ayer ni es de mañana,
sino de nunca; de la cepa hispana
no es el fruto maduro ni podrido,
es una fruta vana
de aquella España que pasó y no ha sido,
esa que hoy tiene la cabeza cana.


Antonio Machado: Campos de Castilla.

Textos literarios. Narrativa





Decíase que había entrado en el seminario para hacerse cura, con el fin de atender a los hijos de una su hermana recién viuda, de servirles de padre; que en el seminario se había distinguido por su agudeza mental y su talento y que había rechazado ofertas de brillante carrera eclesiástica porque él no quería ser sino de su Valverde de Lucerna, de su aldea perdida como un broche entre el lago y la montaña que se mira en él.
            Y ¡cómo quería a los suyos! Su vida era arreglar matrimonios desavenidos, reducir a sus padres hijos indómitos o reducir los padres a sus hijos, y sobre todo consolar a los amargados y atediados y ayudar a todos a bien morir.
            Me acuerdo, entre otras cosas, de que al volver de la ciudad la desgraciada hija de la tía Rabona, que se había perdido y volvió, soltera y desahuciada, trayendo un hijito consigo, don Manuel no paró hasta que hizo que se casase con ella su antiguo novio Perote y reconociese como suya a la criaturita, diciéndole:
            –Mira, da padre a este pobre crío que no le tiene más que en el cielo.
            –¡Pero, don Manuel, si no es mía la culpa…!
            –¡Quién lo sabe, hijo, quién lo sabe…! y, sobre todo, no se trata de culpa.
            Y hoy el pobre Perote, inválido, paralítico, tiene como báculo y consuelo de su vida al hijo aquel que, contagiado de la santidad de don Manuel, reconoció por suyo no siéndolo.

Miguel de Unamuno: San Manuel Bueno, mártir.

jueves, 11 de abril de 2013




Los primeros 

 Bien, lo hemos logrado: España es líder internacional en descargas ilegales de música. ¡Guay! Por fin
hemos conseguido ser los primeros del mundo en algo. Y además hay que decir que no es un puesto
preeminente que nos haya caído encima de chiripa, sino que nos lo hemos venido trabajando desde el más
remoto pasado histórico, con un sostenido e indomable esfuerzo de nuestra idiosincrasia individualista. Y es
que, ¿en qué se puede decir, sin temor a equivocarnos, que estamos verdaderamente entre los más
destacados del planeta? Pues en nuestra incivilidad, señoras y señores; en nuestra apasionada elección del
propio ombligo como paisaje social; en el desdén del otro, de los derechos del otro y del espacio común.
 Ya lo decía el célebre escritor Gerald Brenan en 1943: los españoles estamos atomizados en grupos
tribales y somos incapaces de concebir lo colectivo. Y, antes que él, otros visitantes extranjeros han dado fe
de nuestra larga porfía por ocupar el más elevado puesto de la cerrilidad. "Entre ellos, los españoles se
devoran", anotaba en 1603 el francés Bartolomé Joy. Y a mediados del siglo XIX, el inglés Richard Ford
observó: "La propia persona es el centro de gravedad de todo español (...) Desde tiempos muy remotos a
todos los observadores les ha sorprendido este localismo, considerándolo como uno de los rasgos
característicos de la raza ibera, que nunca (...) consintió en sacrificar su interés particular en aras del bien
general".
 Ya digo, llevamos muchos años trabajándonos la incuria social, que ahora florece con esplendor
magnífico en la piratería a tutiplén, en las incendiarias rabietas con respecto a la ley del tabaco o en nuestro
furioso sectarismo político (solo apoyo a mi horda, lo haga mal o bien). En fin, hay que reconocer que en esto somos buenísimos.
                                                                         
                                                                                               Rosa Montero, en El País, 25/01/2011








Por encima del mar, desde la orilla americana del Atlantico

¿Si yo hubiera podido, oh Cádiz, a tu vera
hoy, junto a ti, metido en tus raíces,
hablarte como entonces,                                                          
como cuando descalzo por tus verdes orillas
iba a tu mar robándole caracoles y algas!

Bien lo merecería, yo sé que tú lo sabes,
por haberte llevado tantos años conmigo,
por haberte  cantado casi todos los días,
llamando siempre Cádiz a todo lo dichoso,
lo luminoso que me aconteciera.

Siénteme cerca, escúchame
igual que si mi nombre, si todo yo tangible,
proyectado en la cal hirviente de tus muros,
sobre tus farallones hundidos o en los huecos
de tus antiguas tumbas o en las olas te hablara.
Hoy tengo muchas cosas,muchas más que decirte.

Yo sé que lo lejano,
sí, que lo más lejano, aunque se llame
Mar de Solís o Río de la Plata,
no hace que los oídos
de tu siempre dispuesto corazón no me oigan.
Por encima del mar voy de nuevo a cantarte.

                                                     Rafael Alberti. Ora marítima



(PAU Junio 2012)

miércoles, 10 de abril de 2013

Textos periodísticos



martes, 20 de marzo de 2012


" Juguemos " Elvira Lindo

Jugar en la calle. Jugar en grupo. Esa es la actividad extraescolar que un grupo de educadores y psicólogos americanos han señalado como la asignatura pendiente en la educación actual de un niño. Parecería simple remediarlo. No lo es. La calle ya no es un sitio seguro en casi ninguna gran ciudad. La media que un niño americano pasa ante las numerosas pantallas que la vida le ofrece es hoy de siete horas y media. La de los niños españoles estaba en tres. Cualquiera de las dos cifras es una barbaridad. Cuando los expertos hablan de juego no se refieren a un juego de ordenador o una play station ni tampoco al juego organizado por los padres, que en ocasiones se ven forzados a remediar la ausencia de otros niños. El juego más educativo sigue siendo aquel en que los niños han de luchar por el liderazgo o la colaboración, rivalizar o apoyarse, pelearse y hacer las paces para sobrevivir. Esto no significa que el ordenador sea una presencia nociva en sus vidas. Al contrario, es una insustituible herramienta de trabajo, pero en cuanto a ocio se refiere, el juego a la antigua sigue siendo el gran educador social.
Leía ayer a Rodríguez Ibara hablar de esa gente que teme a los ordenadores y relacionaba ese miedo con los derechos de propiedad intelectual. No comprendí muy bien la relación, porque es precisamente entre los trabajadores de la cultura (el técnico de sonido, el músico, el montador, el diseñador o el escritor) donde el ordenador se ha convertido en un instrumento fundamental. Pero conviene no convertir a las máquinas en objetos sagrados y, de momento, no hay nada comparable en la vida de un niño a un partidillo de fútbol en la calle, a las casitas o al churro-media-manga. Y esto nada tiene que ver con un terror a las pantallas sino con la defensa de un tipo de juego necesario para hacer de los niños seres sociales.

(PAU Junio 2011)

La novela y el cuento hispanoamericanos en la segunda mitad del siglo XX



LA NOVELA Y EL CUENTO HISPANOAMERICANOS EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX

     En los años 40 y 50 la literatura hipanoamericana da las primeras muestras de superación de los modelos narrativos anteriores (Regionalismo de los años 20, por ejemplo). Así mismo las transformaciones en la vida social (crecimiento de las ciudades, mayor acceso a la enseñanza etc) y la influencia que ejercerán los renovadores de la literatura europea y norteamericana ( Faulkner, Joyce, Kafka etc) favorecerán el nacimiento de la llamada nueva novela.

     Esta nueva novela supondrá la aparición del nuevo mundo urbano y la atención a los problemas humanos, junto  a los sociales. Lo local irá dejando paso a los temas y símbolos de alcance universal. Aunque la característica que se ha señalado como más definitoria de la nueva tendencia es la incorporación de elementos fantásticos o maravillosos: lo mítico, lo legendario, lo irracional y lo mágico irrumpirán en las historias a través de dos técnicas principales: la poetización de la realidad (ver lo extraordinario que se esconde tras lo cotidiano) y la naturalización narrativa de lo maravilloso (tratar, en el transcurso de la narración, los hechos maravillosos como si fueran normales).

     La temática de estas novelas es muy variada, pero destacan dos compromisos: con el ser humano y sus problemas y con la historia convulsa del continente americano. Del primero derivan las novelas existenciales, en las que predomina la soledad, la incomunicación, la muerte... En esta línea se sitúa la obra de Onetti. Del segundo compromiso, derivan las novelas sociales, entre las que destacan las "novelas de dictador", tendencia iniciada por Miguel Ángel Asturias en El señor presidente o El otoño del patriarca de Gabriel García Márquez. Otros autores reflexionan sobre la historia del continente (civilizaciones precolombinas, colonización, tiranías y guerras de independencia): El siglo de las luces, de Carpentier y La guerra del fin del mundo, de Vargas Llosa, serían dos buenos ejemplos de ello. La metaficción (reflexión sobre el proceso creativo dentro de la obra) es también motivo recurrente; Rayuela de Cortázar, es ejemplo de ello. Por último, habría que señalar el humor y el erotismo.

     Las innovaciones afectarán, así mismo, al discurso y a las técnicas narrativas. La más evidente es la ruptura de la estructura tradicional de la novela (lo que obliga a orestar una mayor atención en la lectura). destacaremos la ruptura de la linealidad temporal, la introducción de un tiempo subjetivo (el de la memoria, el de los sueños etc) y la combinación de voces narrativas y puntos de vista diferentes (el narrador omnisciente se sustituye por un narrador protagonista desdoblado, incorporando la voz del subconsciente a través de los sueños, el monólogo interior o la segunda persona autorreflexiva). Otra constante es la preocupación por el lenguaje.

     Es difícil hacer una cronología exacta de la nueva novela pero suele señalarse a tres autores como aquellos que abrirán el camino de seta nueva narrativa: el guatemalteco Miguel Ángel Asturias (cuya obra El señor presidente de 1946 abordaba las injusticias sociales de su país a partir de la figura del dictador); el cubano Alejo Carpentier y el argentino Jorge Luis Borges, cuyas obras Ficciones (1944) y El Aleph (1949) cuestionaron los límites de la realidad e indagaron, a través de la extraordinario y lo ilógico, en los enigmas de la existencia. Aunque hay que destacar que antes del boom de los 60 lo hicieron autores como Juan Carlos Onetti, Ernestro Sábato o Juan Rulfo con su magistral novela Pedro Páramo.

     La obra de estos autores revelaba la existencia de dos tendencias principales: el realismo mágico de Asturias, Carpentier o Rulfo(que continuarán García Márquez o Vargas Llosa) y el realismo fantástico de Borges (y más tarde de Cortázar). lo que distinguiría ambas corrientes es el modo en que se integran los elementos fantásticos y reales en la narración. En la primera, ambos mundos (real y maravilloso) conviven sin extrañeza; mientras que en la segunda, los dos mundos resultan irreconciliables y la realidad se vuelve incomprensible y caótica (lo que provoca desazón o terror).

     En los años 60 se produce ese fenómeno que se ha llamado Boom de la novela hispanoamericana. Se trata del periodo de máximo esplendor de este narrativa y supone la integración definitiva de lo fantástico y lo real. Algunos autores han señalado, como factor determinante del boom, la coincidencia en pocos añs de muchas novelas magistrales: La ciudad y los perros (Vargas Llosa, 1961), El astillero (Onetti, 1961), Sobre héroes y tumbas (Sábato, 1961), El siglo de las luces (Carpentier, 1962), Rayuela (Cortázar, 1963), Cien años de soledad (García Márquez, 1967) etc. Son estas novelas las que despertarán la atención de Europa y del mundo en general hacia la narrativa hispanoamericana.

     De todas ellas, quizá sea Cien años de soledad la que ha alcanzado mayor visibilidad internacional (es la obra más leída en castellano después del Quijote). En la novela, García Márquez nos cuenta la historia de la saga de los Buendía a través de siete generaciones y la historia del pueblo de Macondo.

     A mediados de la década de los 70 se observa en la literatura hispanoamericana un cambio de rumbo que predominará durante los 80. A esta nueva tendencia se la ha llamado postboom y se vincula a la época de fracaso de los proyectos democratizadores. De este cambio de orientación en la narrativa participarán además de los autores novísimos, los autores del boom que siguen publicando. En líneas generales se observa una mayor confianza en la capacidad del ser humano para percibir la realidad y en el lenguaje para contarla; la recuperación del realismo y la narrativa femenina (Isabel Allende, Zoé Valdés, Laura Esquivel etc.)

     En cuanto a la temática, destaca la denuncia social, ideológica o política. En este sentido cabe señalar la literatura testimonial: Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia (1983) de laguatemalteca Rigoberta Menchú. El exilio interior y exterior fue también motivo inspirador de muchos autores, como es el caso del cubano Reinaldo Arenas. Otros temas de novela son el histórico, el amor, el mundo de los sentimientos, el erotismo, la ecología etc.

     En lo que se refiere a las técnicas narrativas , cabe señalar la convivencia en la narrativa novísima de dos tendencias principales: las novelas realistas, de fácil lectura; y la segunda tendencia caracterizada por la exacerbación de la experimentación, lo que la convierte en una literatura para minorías.

     El mapa actual es muy difícil de sintetizar dada la cantidad de países, autores y tendencias, unido a la falta de perspectiva histórica suficiente. Muchos de los autores del boom siguen escribiendo y practicamente todos los del postboom también. Pero a este panorama literario, en el que la obra de autores consagrados sigue siendo premiada y reconocida (Vargas Llosa, Nobel de Literatura 2010), comienzan a asamarse nuevas voces entre las que podemos destacar al hispano-argentino Andrés Neuman, al mejicano Jorge Volpi o a la cubana Karla Suárez.


martes, 26 de febrero de 2013


EL TEATRO DESDE 1940 A NUESTROS DÍAS


     El teatro es el género más afectado negativamente por la guerra civil: han muerto los grandes renovadores (Valle-Inclán y Lorca) y se imponen mayores restricciones de posguerra que en otros géneros, precisamente por su necesidad de ser representado en público. Pese a todo no han faltado dramaturgos que recogían las inquietudes de cada momento y que buscaban nuevas formas de expresión teatral. 
   
El teatro de la primera posguerra es un teatro conservador que cumplió básicamente dos funciones: entretener y transmitir ideología. Se cultiva la comedia burguesa en la línea del teatro benaventino caracterizada por la perfecta construcción y por su intrascendencia, con dosis de humor y ternura. Además del propio Benavente, los dramaturgos principales son José María Pemán, Joaquín Calvo Sotelo o Juan Ignacio Luca de Tena.

     Cierta innovación representa el teatro del humor en el que destacan dos autores: 
- Enrique Jardiel Poncela con sus comedias de humor inverosímil, llenas de personajes en constante movimiento, lo que induce a la risa. Representan una sociedad feliz cuyos objetivos son el amor y el dinero ( Eloísa está debajo de un almendro, Los ladrones somos gente honrada, Los habitantes de la casa deshabitada).
-  Miguel Mihura, cuyas comedias denuncian lo absurdo de la vida cotidiana, la vaciedad de los tópicos y las convenciones sociales que impiden al hombre ser feliz. Su obra más conocida es Tres sombreros de copa (estrenada en 1952). A ella se suman El caso de la señora estupenda, Maribel y la extraña familia o Ninette y un señor de Murcia.

       El teatro realista intentó renovar la escena española y manifestar su oposición a la dictadura. Las obras plantearon  temas como la injusticia social, la vida de la clase media y baja, la condición humana de los humillados, los marginados.

     
   El teatro del compromiso activo, preocupado, inconformista se abre en 1949 con el estreno de Historia de una escalera de Antonio Buero Vallejo.  En esta obra los protagonistas son cuatro jóvenes, vecinos en el último piso de una vieja casa. La obra refleja un mundo gris donde las frustraciones se repiten, no solo por el peso del medio social sino también por la debilidad personal.
En otras obras de Buero Vallejo como El tragaluz se hace un fuerte crítica al franquismo y a su obsesión por influir en nuestra visión de la historia tanto pasada como futura. 
Otras obras del mismo autor son El concierto de San Ovidio,  Un soñador para un pueblo, La fundación, etc.
     
     Alfonso Sastre formó el Teatro de Agitación Social. Su obra más destacada, Escuadra hacia la muerte, muestra la rebelión contra la autoridad que induce a una guerra que nadie entiende. Otras obras suyas son La sangre y la ceniza o La taberna fantástica.

     Un grupo de autores jóvenes siguiendo los planteamientos realistas iniciados por Buero y Sastre, ofrecen  lo largo de la década siguiente (los años sesenta), una propuesta teatral que presenta una clara actitud de denuncia de las injusticias sociales y de la alienación del individuo en muchas profesiones; se vale de un realismo directo y crítico que tiene al pueblo como protagonista. Sobresalen José Martín Recuerda, Lauro Olmo, Carlos Muñiz etc.

     Un autor de difícil clasificación que inicia su trayectoria dramática en esta época es Antonio Gala. Comenzó su dramaturgia con Los verdes campos del edén en esta década. Durante los años setenta, Gala goza del favor del público con obras como Anillos para una dama. Las obras de Gala se caracterizan por su tono poético, presentación escénica convencional y una cierta propensión por lo moralizante. 

     A finales de los sesenta se desarrolla un teatro vanguardista y experimental que se definirá sobre todo por su oposición estética a los realistas, aunque en bastantes ocasiones las obras tampoco están exentas de crítica social ni encontraron facilidades para ser representadas por su choque con la censura o porque sus audacias formales no encontraron fácil eco en un público amplio. Entre los autores de esta corriente podemos señalar a Fernando Arrabal, cuyas obras están a medio camino entre el esperpento, el surrealismo y el teatro del absurdo: El cementerio de automóviles, Pic-Nic, El arquitectyo y el emperador de Asiria etc Creó el "teatro del pánico" (del griego "pan", todo), presidido por la confusión, el humor, la búsqueda formal y la incorporación de elementos  surrealistas en el lenguaje.
     Otros autor, Francisco Nieva, con un teatro que incluye erotismo, absurdo y técnicas cinematográfica y surrealista: Nosferatu, Te quiero, zorra etc.

     En el panorama del teatro bajo los últimos años del franquismo no puede faltar la mención del fenómeno del teatro independiente (al margen del  teatro comercial) que sin dejar de ser crítico ante el sistema, busca nuevas formas de expresión. Estos grupos dan a conocer en España obras y  tendencias proscritas (Brecht, Sartre etc), crean sus textos, utilizan todos los recursos escénicos posibles ( luz, sonido, música, danza, formas del circo, del teatro de títeres etc)  y rompen la barrera entre el escenario y el patio de butacas. Con el tiempo algunos de estos grupos se profesionalizan y proliferan hasta nuestros días: Los Goliardos y Tábano en Madrid; La Cuadra en Sevilla; Els Joglars, Els Comediants, El Tricicle, La Fura dels Baus etc en Cataluña...

     Finalizada la dictadura y eliminada la censura con la llegada de la democracia confluyen todos las tendencias: hay un teatro underground y alternativo (que o no se representa o lo hace en salas pequeñas); se funda el 1983 la Compañía Nacional de Teatro Clásico; se adaptan novelas conocidas Cinco horas con Mario), de Delibes y surgen nuevos autores-actores: Fernando Fernán Gómez (Las bicicletas son para el verano, 1982) o se recupera a los exiliados ( Alberti, Arrabal) u olvidados (Lorca, Valle-Inclán).
     Los realistas consagrados siguen teniendo éxito: Alfonso Sastre (La taberna fantástica); Antonio Gala (Petra regalada). También tiene éxito la comedia burguesa, cuyos actores permanecen muchos años en cartel: Alfonso Paso ( Enseñar a un sinvergüenza); Ana Diosdado (Los ochenta son nuestros) etc.

     En nuestros días no hay novedades significativas, salvo que el texto se revaloriza y se produce un boom del género musical (El hombre de la Mancha, Mamma Mía, Hoy no me puedo levantar...).

     Otros autores de esta época: José Luis Alonso de Santos (La estanquera de Vallecas, Bajarse al Moro); Ignacio Amestoy (Pasionaria).



lunes, 18 de febrero de 2013





LA NARRATIVA DESDE 1940 A LOS AÑOS 70 

Cada una de las décadas está marcada por una tendencia dominante, producto de las circunstancias histórico-políticas y socio-culturales del momento: en los años 40 destaca la novela existencial; en los 50, el realismo social y en los 60 la novela experimental o estructural.

     
     En los años 40 la novela española tuvo que cargar con las consecuencias de la Guerra Civil (1936-1939), que alteró la vida cultural española. Se produjo el exilio de muchos novelistas, como Ramón J. Sender, Pérez de Ayala o Rosa Chacel. Además del exilio físico, se produjo un exilio interior, porque España permaneció aislada de la cultura occidental. Este exilio interior se produjo por varias causas: rigor y arbitrariedad de la censura (fueron prohibidas novelas como La familia de Pascual Duarte, de Cela); la prohibición de las novelas de los grandes renovadores de la novela contemporánea (Proust, Joyce, Kafka y Faulker); proliferación de una literatura nacionalista, glorificadora del régimen y favorecida desde el poder; la crítica parcial y mediatizada por quienes carecían de preparación para ello; y la manipulación durante estos años de la concesión de premios literarios (aunque también se entregaron premios importantes que descubrieron a espléndidos novelistas, como el premio Nadal que se concedió a la novela Nada de Carmen Laforet).

     En estos años existe la necesidad de encontrar una nueva estética, diferente a la de la novelística anterior a la Guerra Civil. En la novela de los años 40 podemos distinguir tres vertientes: la novela de los vencedores, el neorrealismo y la novela existencial. Nos centraremos en esta última.

     En la novela existencial se describe la realidad destacando el malestar y la angustia vital de la sociedad, la soledad, el desarraigo y el desconcierto ocasionados por la Guerra Civil. Entre las novelas destacan Nada (1945), de Carmen Laforet, considerada un claro precedente del neorrealismo de los años 50, y La sombra del ciprés es alargada (1948), de Miguel Delibes. En ocasiones, esta novela muestra la violencia a la que se puede llegar como consecuencia de la opresión del medio social: es el caso del desgraciado protagonista de La familia de Pascual Duarte (1942), de Camilo José Cela, denominada novela tremendista, por la sucesión de hechos brutales y truculentos que aparecen en ella. 

     En la novela existencial los temas predominantes son la soledad, la inadaptación, la frustración, la muerte... Los personajes son seres marginados, violentos u oprimidos (criminales, prostitutas etc) a veces con taras físicas o psíquicas, que viven desorientados. Los espacios son limitados, estrechos, cerrados (una celda, un hospital, una habitación etc) y se observa una preferencia por la primera persona y el monólogo (el personaje cuenta su pasado).

     Con la Guerra Fría, en los años 50, España empieza a salir del aislamiento y se incorpora a algunos organismos internacionales, en la órbita de EEUU. El incipiente desarrollo del turismo y la industria trae cierta recuperación económica y cambios en los estilos de vida, como las migraciones de los campesinos hacia las ciudades, la difícil insercuión de estas personas en los suburbios urbanos. Al  mismo tiempo los jóvenes empiezan a manifestar actitudes críticas respecto al poder y a la división social entre vencedores y vencidos.

     Para muchos, La colmena (1951) de Cela  es un precedente de la novela social. En ella, con más o menos realismo, trescientos personajes, la mayoría de clase media empobrecida por la guerra, nos muestran la dureza de la vida española el el Madrid de la inmediata posguerra.

     Se observan dos grandes tendencias: Neorrealismo y Realismo social.
     El neorrealismo se centra en los problemas del hombre como ser individual (la soledad, la frustración...). Se refleja fielmente la realidad, conductas y diálogos de los personajes, sin mediar comentarios o interpretaciones del autor. Aunque la crítica social no se plantea de forma directa, suele ir implícita. Ejemplo de esta corriente son: El Jarama (1955) de Rafael Sánchez Ferlosio, crónica de un día de domingo de un grupo de jóvenes junto al río Jarama; Entre visillos de Carmen Martín Gaite; El fulgor y la sangre de Ignacio Aldecoa.

     En la novela social o realismo social, el novelista toma partido por una literatura comprometida para agitar las conciencias y denunciar las desigualdades e injusticias sociales. Su interés se centra en los colectivos más castigados: obreros, campesinos, mineros, habitantes de los suburbios o bien critica a la burguesía, poniendo de manifiesto su amoralidad y su inmovilismo. Como ejemplo Los bravos (1954) de Jesús Fernández Santos.
    
     En el exilio destacan Requiem por un campesino español de Ramón J. Sénder(1953) , Arturo Barea con la trilogía La forja de un rebelde y Max Aub con temática de la Guerra civil española.

     Los años 60 son los del desarrollo económico, el crecimiento del turismo y el cambio de mentalidad. Aumenta la emigración y la oposición al régimen franquista.

     En literatura se produce un desgaste de la novela social. Ahora interesa más la renovación (lingüística y formal) aunque no se pierda la intención crítica.

    Con el descubrimiento de la novela hispanoamericana (La ciudad y los perros, Rayuela, Cien años de soledad) y la influencia de los grandes renovadores de la novela universal (Proust, Joyce, Kafka, Faulkner), y a partir de la publicación en 1962 de Tiempo de silencio, de Martín Santos, se generaliza la novela experimental, que se caracteriza por: es una novela abierta; ruptura de la linealidad temporal en el relato (técnicas como el flash-back, analepsis, prolepsis); supresión de los signos de puntuación;  perspectiva múltiple (monólogos, estilo indirecto libre, se alterna el punto de vista objetivo con la primera y segunda persona), desaparición casi total del argumento, utilización del contrapunto (se suceden fragmentos de acciones distintas ocurridas en diversos tiempos o espacios), presencia de personajes con problemas de identidad, renovación del lenguaje literario, etc.
Dos novelas son consideradas los modelos de las nuevas tendencias: La ya mencionada Tiempo de silencio  y Señas de identidad (1966) de Juan Goytisolo. 
     
      Otros títulos son: Volverás a Región (1967), de Juan Benet; Cinco horas con Mario (1966) y Los santos inocentes (1971), ambas de Miguel Delibes; San Camilo 1936 (1969), de Cela; Últimas tardes con Teresa (1967), de Juan Marsé;