Decíase que había entrado en
el seminario para hacerse cura, con el fin de atender a los hijos de una su
hermana recién viuda, de servirles de padre; que en el seminario se había
distinguido por su agudeza mental y su talento y que había rechazado ofertas de
brillante carrera eclesiástica porque él no quería ser sino de su Valverde de
Lucerna, de su aldea perdida como un broche entre el lago y la montaña que se
mira en él.
Y ¡cómo quería a los
suyos! Su vida era arreglar matrimonios desavenidos, reducir a sus padres hijos
indómitos o reducir los padres a sus hijos, y sobre todo consolar a los
amargados y atediados y ayudar a todos a bien morir.
Me acuerdo, entre
otras cosas, de que al volver de la ciudad la desgraciada hija de la tía
Rabona, que se había perdido y volvió, soltera y desahuciada, trayendo un
hijito consigo, don Manuel no paró hasta que hizo que se casase con ella su
antiguo novio Perote y reconociese como suya a la criaturita, diciéndole:
–Mira, da padre a este
pobre crío que no le tiene más que en el cielo.
–¡Pero, don Manuel, si
no es mía la culpa…!
–¡Quién lo sabe, hijo,
quién lo sabe…! y, sobre todo, no se trata de culpa.
Y hoy el pobre Perote,
inválido, paralítico, tiene como báculo y consuelo de su vida al hijo aquel
que, contagiado de la santidad de don Manuel, reconoció por suyo no siéndolo.
Miguel
de Unamuno: San Manuel Bueno, mártir.
Pepa, soy Pablo era para pedirte que me pasaras el enlace del libro de Baudelaire "las flores del mal" y para preguntarte además si sabes donde podría encontrar la información del libro de Patricia Highsmith "el talento de mr. Ripley" que he cometido un error y la hoja de las directrices y orientaciones generales para la PAU que te he llevado esta mañana está antigua y este año han sustituido "El guardián entre el centeno" de J.D.Salinger por el que te he nombrado de Patricia Highsmith.
ResponderEliminarenhorabuena por el blog, está muy logrado.
Un saludo.