Rompecabezas

Rompecabezas
Así se forma el conjunto, uniendo, como en la música, el silencio con el sonido o, como en poesía, la ingeniería con el verso. (Despedida)

martes, 5 de mayo de 2015

Los girasoles ciegos


«Los girasoles ciegos (fragmento)»
        
                                            
                                                       
He observado atentamente el rostro blanco de Elena. Su palidez ya no es tan macilenta como en el momento de la muerte. Sencillamente ha perdido todos los colores. Quizás la muerte sea transparente. Y heladora. Durante las primeras horas he sentido la necesidad de mantener su mano entre las mías, pero poco a poco me he encontrado unos dedos sin caricias y he sentido miedo de que fuera ése el recuerdo que quedara grabado en mi piel insatisfecha. Llevo varias horas sin tocarla y ya no soy capaz de reposar junto a su cuerpo. El niño sí. Ahora yace exhausto acurrucado junto a su madre. Por un momento he pensado que pretendía devolver el calor al cuerpo inerte que le sirvió de refugio mientras duró el zumbido de la guerra.                                                       
Sí. Hemos perdido una guerra y dejarnos atrapar por los fascistas sería lo mismo que regalarles otra vez otra victoria. Elena ha querido seguirme y ahora sabemos que nuestra decisión ha sido errónea. Quiero pensar que jamás se cometió un error tan generoso.
Debimos hacer caso a sus padres, a los que pido perdón por permitir que Elena me acompañase en mi huida.        
Que te quedes, no te harán daño, le dije. Que te sigo. Que me matan. Que me muero. Hablábamos de la muerte para dejar la vida al descubierto. Pero nos equivocábamos. Nunca debimos emprender un viaje tan interminable estando ella de ocho meses. El niño no vivirá y yo me dejaré caer en los pastos que cubrirá la nieve para que de las cuencas de mis ojos nazcan flores que irriten a quienes prefirieron la muerte a la poesía.
Alberto Méndez

 Cuestiones
  1. Tema y resumen.
  2. Estructura del texto.
  3. Comentario crítico del fragmento propuesto.
  4. Aplicación lingüística:
          -  Explique las relaciones oracionales presentes en el siguiente fragmento: «Debimos hacer        caso a sus padres, a los que pido perdón por permitir que Elena me acompañase en mi           huida».
           -  Analice sintácticamente la siguiente oración: «Llevo varias horas sin tocarla y ya no soy           capaz de reposar junto a su cuerpo».
          -   Explique el sentido que tienen en el texto las palabras o expresiones subrayadas.

  1. Teoría.
          Exponga las principales características de género de la novela.

          La novela española desde 1970.

Rafael Alberti



  «A través de la niebla»

A través de una niebla caporal de tabaco
miro al río de Francia
moviendo escombros tristes, arrastrando ruinas
por el pesado verde ricino de sus aguas.
Mis ventanas
ya no dan a los álamos y los ríos de España.

Quiero mojar la mano en tan espeso frío
y parar lo que pasa
por entre ciegas bocas de piedra, dividiendo
subterráneas corrientes de muertos y cloacas.
Mis ventanas
ya no dan a los álamos y los ríos de España.

Miro una lenta piel de toro desollado,
sola, descuartizada,
sosteniendo cadáveres de voces conocidas,
sombra abajo, hacia el mar, hacia una mar sin barcas.
Mis ventanas
ya no dan a los álamos y los ríos de España.

Desgraciada viajera fluvial que de mis ojos
desprendidos arrancas
eso que de sus cuencas desciende como río
cuando el llanto se olvida de rodar como lágrima.
Mis ventanas
ya no dan a los álamos y los ríos de España.

Entre el clavel y la espada (1939-1940)
                                                      Rafael Alberti
Cuestiones
  1. Tema y resumen.
  2. Estructura del poema.
  3. Comentario crítico del poema.
  4. Aplicación lingüística:
    1. Explique las relaciones oracionales presentes en el siguiente fragmento: «Quiero mojar la mano en tan espeso frío y parar lo que pasa por entre ciegas bocas de piedra, dividiendo subterráneas corrientes de muertos y cloacas».
    2. Analice sintácticamente la siguiente oración: «A través de la niebla [...] miro al río de Francia moviendo escombros tristes, arrastrando ruinas por [...] sus aguas».
    3. Indique los recursos lingüísticos de que se vale el autor para expresar la objetividad o subjetividad del texto.
    4. Explique el sentido que tienen en el texto las palabras o expresiones subrayadas.
    5. Descomponga en monemas las siguientes palabras del texto e indique su tipo: viajera, desgraciada, voces, subterráneas.

  1. Teoría.
      a.    Exponga las principales características de género de la poesía lírica.
      b.    La poesía española anterior a 1939.
      c.    La poesía española entre 1939 y 1970.



El árbol de la ciencia. Pío Baroja


«El árbol de la ciencia (fragmento)».

Pío Baroja

Tenía Andrés cierta ilusión por el nuevo curso; iba a estudiar Fisiología, y creía que el estudio de las funciones de la vida le interesaría tanto o más que una novela; pero se engañó; no fue así.
Primeramente, el libro de texto era un libro estúpido, hecho con recortes de obras francesas y escrito sin claridad y sin entusiasmo; leyéndolo no se podía formar una idea clara del mecanismo de la vida; el hombre parecía, según el autor, como un armario con una serie de aparatos dentro, completamente separados los unos de los otros, como los negociados de un ministerio.
Luego, el catedrático era un hombre sin ninguna afición a lo que explicaba, un señor senador, de esos latosos, que se pasaba las tardes en el Senado discutiendo tonterías y provocando el sueño de los abuelos de la Patria.
Era imposible que con aquel texto y aquel profesor llegara nadie a sentir el deseo de penetrar en la ciencia de la vida. La Fisiología, cursándola así, parecía una cosa estólida y deslavazada, sin problemas de interés ni ningún atractivo.
Hurtado tuvo una verdadera decepción. Era indispensable tomar la Fisiología, como todo lo demás, sin entusiasmo, como uno de los obstáculos que salvar para concluir la carrera.
Esta idea, de una serie de obstáculos, era la idea de Aracil. Él consideraba una locura el pensar que habían de encontrar un estudio agradable.

Cuestiones


  1. Tema y resumen.
  2. Estructura del texto.
  3. Comentario crítico del fragmento.
  4. Aplicación lingüística:
    1. Explique las relaciones oracionales presentes en el siguiente fragmento: «Era imposible que con aquel texto y aquel profesor llegara nadie a sentir el deseo de penetrar en la ciencia de la vida».
    2. Analice sintácticamente la siguiente oración: «Él consideraba una locura el pensar que habían de encontrar un estudio agradable».
    3. Explique el valor y la función de las palabras subrayadas en el texto.
    4. Comente el empleo de los conectores en el texto.
    5. Explique el sentido que tienen en el texto las siguientes palabras: estólida, deslavazada.
  5. Teoría.
    1. Exponga las principales características de género de la novela.
    2. La novela española anterior a 1939.

miércoles, 29 de abril de 2015

CUANDO yo era el niño Dios, era Moguer, este pueblo,
una blanca maravilla; la luz con el tiempo dentro.
Cada casa era palacio y catedral cada templo;
estaba todo en su sitio, lo de la tierra y el cielo;
y por esas viñas verdes saltaba yo con mi perro,
alegres como las nubes, como los vientos, ligeros,
creyendo que el horizonte era la raya del término.
Recuerdo luego que un día en que volví yo a mi pueblo
después del primer faltar, me pareció un cementerio.
Las casas no eran palacios ni catedrales los templos,
y en todas partes reinaban la soledad y el silencio.
Yo me sentía muy chico, hormiguito de desierto,
con Concha la Mandadera, toda de negro con negro,
que, bajo el tórrido sol y por la calle de En medio,
iba tirando doblada del niño Dios y su perro:
el niño todo metido en hondo ensimismamiento,
el perro considerándolo con aprobación y esmero.
¡Qué tiempo el tiempo! ¿Se fue con el niño Dios huyendo?
¡Y quién pudiera ser siempre lo que fue con lo primero!
¡Quién pudiera no caer, no, no, no caer de viejo;
ser de nuevo el alba pura, vivir con el tiempo entero,
morir siendo el niño Dios en mi Moguer, este pueblo!
                                                        
                                                   Juan Ramón Jiménez

lunes, 27 de abril de 2015

Comentario de textos. Valle-Inclán





DON FILIBERTO.—¡Esa broma es intolerable! ¡Baje usted los pies! ¡Dónde se ha visto igual grosería!
DORIO DE GADEX.—En el Senado Yanqui.
DON FILIBERTO.—¡Me ha llenado usted la carpeta de tierra!
DORIO DE GADEX.—Es mi lección de filosofía. ¡Polvo eres, y en polvo te convertirás!
DON FILIBERTO.—¡Ni siquiera sabe usted decirlo en latín! ¡Son ustedes unos niños procaces!
CLARINITO.—Don Filiberto, nosotros no hemos faltado.
DON FILIBERTO.—Ustedes han celebrado la gracia, y la risa en este caso es otra procacidad. ¡La risa de lo que está muy por encima de ustedes! Para ustedes no hay nada respetable: ¡Maura es un charlatán!
DORIO DE GADEX.—¡El Rey del Camelo!
DON FILIBERTO.—¡Benlliure 1 un santi bon barati!
DORIO DE GADEX.—Dicho en valenciano.
DON FILIBERTO.—Cavestany 2, el gran poeta, un coplero.
DORIO DE GADEX.—Profesor de guitarra por cifra.
DON FILIBERTO.—¡Qué de extraño tiene que mi ilustre jefe les parezca un mamarracho!
DORIO DE GADEX.—Un yerno más.
DON FILIBERTO.—Para ustedes en nuestra tierra no hay nada grande, nada digno de admiración. ¡Les compadezco! ¡Son ustedes bien desgraciados! ¡Ustedes no sienten la Patria!
DORIO DE GADEX.—Es un lujo que no podemos permitirnos. Espere usted que tengamos automóvil, Don Filiberto.
DON FILIBERTO.—¡Ni siquiera pueden ustedes hablar en serio! Hay alguno de ustedes, de los que ustedes llaman maestros, que se atreve a gritar viva la bagatela. ¡Y eso no en el café, no en la tertulia de amigos, sino en la tribuna de la Docta Casa! ¡Y eso no puede ser, caballeros! Ustedes no creen en nada: Son iconoclastas y son cínicos. Afortunadamente hay una juventud que no son ustedes, una juventud estudiosa, una juventud preocupada, una juventud llena de civismo.

                                                                  Ramón María del Valle-Inclán, Luces de bohemia.



 Cuestiones 

1. Señale y explique la organización de las ideas contenidas en el texto. (Puntuación máxima: 1,5 puntos).
2. 2.a. Indique el tema del texto. (Puntuación máxima: 0,5 puntos).
2.b. Resuma el texto. (Puntuación máxima: 1 punto).
4. Analice sintácticamente el siguiente fragmento: Es un lujo que no podemos permitirnos. (Puntuación máxima: 2 puntos).
5. Exponga las principales características de género del teatro. (Puntuación máxima: 2 puntos).

___________________________________________


1 Mariano Benlliure, escultor valenciano, fue miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. 
2 Juan A. Cavestany, poeta y dramaturgo sevillano, fue miembro de la Real Academia Española. 




lunes, 20 de abril de 2015


¡QUÉ AGOBIO!
Juan José Millás

 Nos estamos quedando sin palabras. Todos: los tertulianos, los camareros, los filósofos, los matrimonios, los adolescentes, los coroneles, los militares sin graduación, el personal alterno, el subalterno, los bomberos y hasta el cuñado que disponía de una opinión para cada asunto y de un proverbio para cada suceso. El personal se queda sin palabras cada vez que se asoma al periódico o al telediario, cuando escucha la radio, cuando aparece en los papeles un capítulo más de Bankia o un apartado nuevo de los ERE, cuando emerge un dirigente sindical corrupto o un rojo infectado, cuando se manifiesta una trama secundaria de la gestión del ébola, cuando los populares hablan de populismo, cuando Valencia, cuando el FMI, cuando la troika, cuando el Banco Central, cuando Ana Mato, cuando Javier Rodríguez, cuando Cañete, cuando la cesta de la compra, cuando Cataluña… Nos quedamos sin palabras, sin saber qué decir, afásicos; los hechos superan nuestra capacidad de respuesta, de análisis, rompen nuestras defensas. Intentamos hablar y nos sale un gemido, ay. Se nos caen las palabras del vocabulario como el alma a los pies. Abrimos la boca para expresar nuestro asombro ante el grado de corrupción institucionalizada, de desfachatez, de atropellos políticos, y económicos, y judiciales, y sale otro suspiro, ay, ay. España dice ay con un termómetro debajo de la axila, febril, desfallecida, alérgica a sí misma. Se rasca la nariz y se le pudre el léxico. El léxico vendría a ser como los glóbulos rojos, los eritrocitos o hematíes, encargados de transportar el oxígeno a cada una de las células. Pues eso, sí, que nos quedamos sin oxígeno, sin aire, perdemos la respiración cada mañana, al encender la radio. Qué desazón, qué agobio.

                                                                                                             El País (17/10/2014)

martes, 7 de abril de 2015


PATRICIA HIGHSMITH.  EL TALENTO DE MR. RIPLEY

 Texto 1

Subió a la habitación de Dickie y estuvo paseándose por ella durante un rato, con las manos en los bolsillos, preguntándose cuándo volvería Dickie. Se dijo que tal vez se quedaría con Marge toda la tarde, que en realidad se acostaría con ella. Abrió el ropero de un tirón y miró dentro. Había un traje de franela gris, nuevo y bien planchado que nunca le había visto a Dickie. Tom lo sacó del armario. Se quitó sus propios pantalones, que solamente le cubrían hasta las rodillas, y se puso los pantalones del traje. Se calzó un par de zapatos de Dickie. Después abrió el último cajón de la cómoda y sacó una camisa limpia a rayas blancas y azules. Escogió una corbata azul oscuro de seda y se la anudó meticulosamente. El traje le sentaba bien. Se peinó de nuevo, esta vez con la raya un poco más hacia un lado, tal como la llevaba Dickie. —Marge, tienes que comprender que no estoy enamorado de ti —dijo Tom frente al espejo e imitando la voz de Dickie, más aguda al hacer énfasis en una palabra, y con aquella especie de ruido gutural, al terminar las frases, que podía resultar agradable o molesto, íntimo o distanciado, según el humor de Dickie—. ¡Marge, ya basta! Tom se volvió bruscamente y levantó las manos en el aire, como si agarrase la garganta de la muchacha. La zarandeó, apretándola mientras ella iba desplomándose lentamente, hasta quedar tendida en el suelo, como un saco vacío. Tom jadeaba. Se secó la frente tal como lo hacía Dickie, buscó su pañuelo, y, al no encontrarlo, sacó uno de Dickie del primer cajón de la cómoda, luego siguió con su actuación delante del espejo. Entreabrió la boca y observó que hasta sus labios se parecían a los de Dickie cuando éste se hallaba sin aliento después de nadar. —Ya sabes por qué he tenido que hacerlo —dijo, sin dejar de jadear y dirigiéndose a Marge, pese a estar contemplándose a sí mismo en el espejo—. Te estabas interponiendo entre Tom y yo... ¡Te equivocas, no se trata de eso! Pero ¡sí hay un lazo entre nosotros!

Texto 2

 Tom hacía esfuerzos para recuperar su aplomo. Colgó el traje en el ropero y entonces dijo: —¿Te reconciliaste con Marge? —No pasa nada entre Marge y yo —contestó Dickie secamente, tan secamente que Tom abandonó aquel tema —. Otra cosa que quiero decirte, y decírtelo claramente —dijo Dickie, mirándole—, es que no soy invertido. No sé si se te ha metido esa idea en la cabeza o no. —¿Invertido? —dijo Tom, haciendo un débil esfuerzo por sonreír—. Jamás me pasó por la cabeza que lo fueses. Dickie iba a añadir algo, pero se calló. Se irguió y Tom advirtió que las costillas se marcaban bajo su piel morena. — Pues Marge piensa que tú sí lo eres. —¿Por qué? Tom sintió que se quedaba sin sangre en las venas. Se quitó el segundo zapato agitando el pie débilmente, y lo dejó en el ropero junto a su pareja. —¿Qué le hace pensar eso? ¿Qué he hecho para parecerlo, si es que he hecho algo? Se sentía a punto de desmayarse. Nadie le había dicho aquello en la cara, no de aquel modo. —Es sólo por la forma en que actúas —dijo Dickie con un gruñido, saliendo de la habitación. Tom se puso los shorts a toda prisa. Pese a llevar puesta la ropa interior, había tratado de ocultarse de Dickie detrás de la puerta del ropero. Se dijo que sólo porque le caía bien a Dickie, Marge lanzaba sus sucias acusaciones contra él. Y Dickie no había tenido agallas suficientes para negarlo. Al bajar se encontró a Dickie preparándose una copa en el bar de la terraza. —Dickie, quiero que esto quede bien claro —empezó a decir Tom—. Tampoco yo soy invertido, y no quiero que nadie piense que lo soy. —Muy bien —gruñó Dickie. Texto 3 —¿Tom? Abrió los ojos. Marge bajaba por la escalera, descalza. Tom se incorporó. Marge llevaba en la mano el estuche donde él guardaba los anillos de Dickie. —Acabo de encontrar los anillos de Dickie aquí dentro —dijo la muchacha, casi sin aliento. —Oh, es que me los dio... para que se los cuidase. Tom se puso en pie. —¿Cuándo? —Me parece que fue en Roma. Tom dio un paso atrás y tropezó con un zapato. Se agachó para recogerlo, y más que nada lo hizo para aparentar serenidad. —Y él ¿qué pensaba hacer? ¿Por qué te los dio a ti? Tom dedujo que ella había estado buscando un poco de hilo con que coserse el sujetador, y se maldijo por no haber escondido los anillos en un sitio más seguro, en el forro de la maleta, por ejemplo. —No lo sé, verás —dijo Tom—. Puede que fuese por capricho o por algo parecido. Ya sabes cómo es. Me dijo que si alguna vez le sucedía algo, quería que yo conservase los anillos. Marge puso cara de perplejidad. —¿Adonde iba? —A Palermo, en Sicilia. Tom sostenía el zapato con ambas manos, como si pensara utilizar el tacón de madera a guisa de arma. De pronto, por su mente cruzó fugazmente el modo en que iba a hacerlo: golpeándola con el zapato y luego, tras sacarla a rastras por la puerta principal, la arrojaría al canal. Diría que ella se había caído al resbalar en el musgo y que, como era tan buena nadadora, él la había creído capaz de mantenerse a flote.

jueves, 26 de marzo de 2015



Ejemplos de Realismo Mágico en Como agua para chocolate de Laura Esquivel.


“Dicen que Tita era tan sensible a la cebolla que desde que estaba en el vientre de mi bisabuela (Mamá Elena) lloraba y lloraba cuando ésta picaba cebolla; su llanto era tan fuerte que Nacha, la cocinera de la casa, que era medio sorda, la escuchaba sin esforzarse. Un día los sollozos fueron tan fuertes que provocaron que el parto se adelantara. …Contaba Nacha que Tita fue literalmente empujada a este mundo por un torrente impresionante de lágrimas que se desbordaron sobre la mesa y el piso de la cocina. En la tarde, ya cuando el susto había pasado y el agua, gracias a los efectos de los rayos del sol, se había evaporado, Nacha barrió el residuo de las lágrimas que había quedado sobre la loseta roja que cubría el piso. Con esta sal rellenó un costal de cinco kilos…”


“Tita nunca la pudo convencer (a su madre) de que el único elemento extraño en él (bizcocho de bodas) fueron las lágrimas que derramó al preparalo. …el llanto fue el primer síntoma de una intoxicación rara que tenía algo que ver con una gran melancolía y frustración que hizo presa de todos los invitados y los hizo terminar en el patio, los corrales y los baños añorando cada uno el amor de su vida. …sólo algunos llegaron a tiempo a los baños; los que no, participaron de la vomitona colectiva que se organizó en pleno patio.”


“Pedro, tratando de ayudarla a salir adelante (a Tita), pensó que sería un buen cumplido llevarle un ramo de rosas… Mamá Elena, con sólo una mirada, le ordenó a Tita salir de la sala y deshacerse de las rosas. Tita apretaba las rosas con tal fuerza contra su pecho que, cuando llegó a la cocina, las rosas, que en un principio eran de color rosado, ya se habían vuelto rojas por la sangre de las manos y el pecho… Lo único que tenía en ese momento eran codornices, así que decidió alterar ligeramente la receta, con tal de utilizar las flores. …Tal parecía que en un extraño fenómeno de alquimia su ser se había disuelto en la salsa de las rosas, en el cuerpo de las codornices, en el vino y en cada uno de los olores de la comida. Parecía que habían descubierto un código nuevo de comunicación en el que Tita era la emisora, Pedro el receptor y Gertrudis la afortunada en quien se sintetizaba esta singular relación sexual, a través de la comida.”


“«Si por una emoción muy fuerte se llegan a encender todos los cerillos que llevamos en nuestro interior de un solo golpe, se produce un resplandor tan fuerte que ilumina más allá de lo que podemos ver normalmente y entonces ante nuestros ojos aparece un túnel esplendoroso que nos muestra el camino que olvidamos al momento de nacer y que nos llama a reencontrar nuestro perdido origen divino. El alma desea reintegrarse al lugar de donde proviene, dejando al cuerpo inerte»”


martes, 24 de marzo de 2015

Moidernismo en arte y literatura

Los girasoles ciegos. Alberto Méndez


El niño está enfermo. Casi no se mueve. He matado la vaca y le estoy dando su sangre. Pero apenas logra tragar algo. He hervido trozos de carne y huesos hasta hacer un caldo espeso y oscuro. Se lo estoy dando disuelto en agua de nieve. Todo huele, otra vez, a muerte.
Está muy caliente. Ahora escribo con él en mi regazo y duerme. ¡Cuánto le quiero! Le he cantado una canción triste de Federico
Llanto de una calavera
que espera un beso de oro.
(Fuera viento sombrío
y estrellas turbias).
Ya no recuerdo los poemas que recitaba a los soldados. Con el hambre lo primero que se muere es la memoria. No logro escribir un solo verso y, sin embargo, en mi cabeza resuenan mil nanas para mi hijo. Todas tienen la misma letra: ¡Elena!
Hoy le he besado. Por primera vez le he besado. Se me habían olvidado mis labios de no usarlos. ¿Qué habrá sentido él ante el primer contacto con el frío? Es terrible, pero debe de tener ya tres o cuatro meses y nadie le había besado hasta hoy. Él y yo sabemos qué largo es el tiempo sin un beso y ahora, probablemente, no nos quede suficiente para resarcirnos. El miedo, el frío, el hambre, la rabia y la soledad desalojan la ternura. Sólo regresa como un cuervo cuando olisquea el amor y la muerte. Y ahora ha regresado confundida. Olfatea ambas cosas. ¿Hay ternuras blancas y ternuras negras? Elena, ¿de qué color era tu ternura? Ya no lo recuerdo, ni siquiera sé si lo que siento es pena. Pero le he besado sin tratar de suplantarte.

                                                             ALBERTO MÉNDEZ, Los girasoles ciegos

lunes, 23 de marzo de 2015

Cien años de soledad.  Gabriel García Márquez

“Remedios, la bella, se quedó vagando por el desierto de la soledad, sin cruces a cuestas, madurándose en sus sueños sin pesadillas, en sus baños interminables, en sus comidas sin horarios, en sus hondos y prolongados silencios sin recuerdos, hasta una tarde de marzo en que Fernanda quiso doblar en el jardín sus sábanas de bramante, y pidió ayuda a las mujeres de la casa. Apenas habían empezado, cuando Amaranta advirtió que Remedios, la bella, estaba transparentada por una palidez intensa. — ¿Te sientes mal? —le preguntó. Remedios, la bella, que tenía agarrada la sábana por el otro extremo, hizo una sonrisa de lástima. —Al contrario —dijo—, nunca me he sentido mejor. Acabó de decirlo, cuando Fernanda sintió que un delicado viento de luz le arrancó las sábanas de las manos y las desplegó en toda su amplitud. Amaranta sintió un temblor misterioso en los encajes de sus pollerinas y trató de agarrarse de la sábana para no caer, en el instante en que Remedios, la bella, empezaba a elevarse. Úrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo la serenidad para identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced de la luz, viendo a Remedios, la bella, que le decía adiós con la mano, entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella, que abandonaban con ella el aire de los escarabajos y las dalias, y que pasaban con ella a través del aire donde terminaban las cuatro de la tarde, y se perdieron con ella para siempre en los altos aires donde no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la memoria”.

jueves, 19 de marzo de 2015

La importancia de una buena comunicación



FRAGMENTO FINAL DEL DISCURSO DE JOSÉ MANUEL CABALLERO BONALD CEREMONIA DE ENTREGA DEL PREMIO CERVANTES 2012

 (Sólo es válida la palabra pronunciada)

Más de una vez he comentado que mi palabra escrita reproduce obviamente mis ideas estéticas, pero también mi pensamiento moral, mis litigios personales, mi manera de buscar una salida al laberinto de la historia. El prodigio instrumental del idioma me ha servido para objetivar mi noción del mundo, y he procurado siempre que esa poética noción del mundo se corresponda con mi más irrevocable ideario. Como suele decirse, en mi poesía está implícito todo lo que pienso, y hasta lo que todavía no pienso, que ya es meritorio. Cada vez estoy más seguro que la poesía en la que creo, esa que ocupa más espacio que el texto propiamente dicho, me retrata y me justifica. Incluso podría añadir que me ha enseñado todo lo que sé sobre mí mismo a medida que he ido valiéndome de ella para elegir mis propios diagnósticos sobre la realidad. Creo honestamente en la capacidad paliativa de la poesía, en su potencia consoladora frente a los trastornos y desánimos que pueda depararnos la historia. En un mundo como el que hoy padecemos, asediado de tribulaciones y menosprecios a los derechos humanos, en un mundo como éste, de tan deficitaria probidad, hay que reivindicar los nobles aparejos de la inteligencia, los métodos humanísticos de la razón, de los que esta Universidad -por cierto- fue foco prominente. Quizá se trate de una utopía, pero la utopía también es una esperanza consecutivamente aplazada, de modo que habrá que confiar en que esa esperanza también se nutra de las generosas fuentes de la inteligencia. Leer un libro, escuchar una sinfonía, contemplar un cuadro, son vehículos simples y fecundos para la salvaguardia de todo lo que impide nuestro acceso a la libertad y la felicidad. Tal vez se logre así que el pensamiento crítico prevalezca sobre todo lo que tiende a neutralizarlo. Tal vez una sociedad decepcionada, perpleja, zaherida por una renuente crisis de valores, tienda así a convertirse en una sociedad ennoblecida por su propio esfuerzo regenerador. Quiero creer -con la debida temeridad- que el arte también dispone de ese poder terapéutico y que los utensilios de la poesía son capaces de contribuir a la rehabilitación de un edificio social menoscabado. Si es cierto, como opinaba Aristóteles, que la “la historia cuenta lo que sucedió y la poesía lo que debía suceder”, habrá que aceptar que la poesía puede efectivamente corregir las erratas de la historia y que esa credulidad nos inmuniza contra la decepción. Que así sea.

Distancia justa






miércoles, 18 de marzo de 2015


CIENCIAS

No sé calcular el trabajo que realiza una fuerza,
me importa una mierda la ley de Lavoisier:
la energía la destruyo yo sin trabajo siquiera.
Es una idiotez ver un julio con la fuerza de un newton
en la distancia de un metro
y, además, no quiero cambiar las cosas de sitio.
La vagoneta que me jodió en 7º
de 150 Kg. de masa a 2m/s
y su energía cinética no me sirvieron de nada.
La vagoneta me importaba un pepino,
me gustaba la mina, la explotación,
el dinero en cuarzo. Aunque supiera
que energía cinética era todo lo que correría
la estúpida vagoneta hasta estrellarse,
en realidad me interesaba más
quién coño la empujaba y por qué se dedicaría
a mover vagonetas cinéticas con cierta fuerza de julios.

                                                                   María Eloy García


                                             
                                                              




Navegación 


En las mansas corrientes de tus manos
y en tus manos que son tormenta
en la nave divagante de tus ojos
que tienen rumbo seguro
en la redondez de tu vientre
como una esfera perpetuamente inacabada
en la morosidad de tus palabras
veloces como fieras fugitivas
en la suavidad de tu piel
ardiendo en ciudades incendiadas
en el lunar único de tu brazo
anclé la nave.
Navegaríamos,
si el tiempo hubiera sido favorable.  

                                              Cristina Peri Rossi
                                                                                                                                                                                               



lunes, 16 de marzo de 2015



Si recordaras, amor mío, qué es lo que te aguarda...

Si recordaras, amor mío, qué es lo que te aguarda tras las
     seguras paredes de la espera.
Si recordaras cómo ¡y qué cruelmente! el deseo atendido
     oculta su puñalada de decepción.
Si recordaras que, una vez que la pasión estalla, el secreto
     deja de ser escudo y huída,
no me insistirías para que te mostrara, para que te ofreciera, 
     para que te otorgue.
Sino que te resignarías a sobrevivir dentro de mí en el dúctil 
     territorio de los sueños, donde todos los modos de ternura 
     que puedas inventar son permitidos, toda tempestad música 
     y ningún temor es irrevocable.
Si recordaras, Amor mío, qué es lo que te aguarda tras las
     seguras paredes de mi corazón,
no me obligarías a levantarme en armas contra ti, a detenerte, 
     a desmentirte, a amordazarte, a traicionarte...
antes de que te me arrebaten, dulce silencio mío,
mi único tesoro, insensato e irreductible sentimiento.

De "Punto umbrío" 1995

  

martes, 3 de marzo de 2015

Canción 8. Rafael Alberti




Arde el mar


Oh ser un capitán de quince años
viejo lobo marino las velas desplegadas
las sirenas de los puertos y el hollín y el silencio en las barcazas
las pipas humeantes de los armadores pintados al óleo
las huelgas de los cargadores las grúas paradas ante el
           cielo de zinc
los tiroteos nocturnos en la dársena fogonazos un cuerpo
           en las aguas con sordo estampido
el humo en los cafetines
Dick Tracy los cristales empañados la música zíngara
los relatos de pulpos serpientes y ballenas
de oro enterrado y de filibusteros
Un mascarón de proa el viejo dios Neptuno
Una dama en las Antillas ríe y agita el abanico de nácar
            bajo los cocoteros
  Pere Gimferrer

martes, 24 de febrero de 2015

TRES TEXTOS PARA COMENTAR



Aquí os dejo dos poemas y un texto periodístico para que me hagáis resumen, tema y estructura. Del que elijáis de los tres, trabajáis el comentario crítico.







Tan

Tan inermes, tan frágiles. Basta con un simple estornudo de la Naturaleza para que se nos baje la cresta a los humanos y perdamos de golpe nuestras pretensiones de reyes del mundo. La catástrofe de Nueva Orleans nos ha dejado atónitos. Estamos acostumbrados a las calamidades de los países pobres: con qué impavidez leemos, en estos mismos días, que los tifones orientales han causado infinidad de muertos. Pero Nueva Orleans somos nosotros, es nuestra realidad, el Primer Mundo (qué ridícula arrogancia denota ya esta denominación), y resulta que nuestras rutilantes sociedades, supuestamente tan seguras, también se deshacen al primer soplido como un castillo de naipes.
Tan primitivos, tan inútiles. Escalofría comprobar cómo el país más poderoso del planeta fracasa clamorosamente a la hora de controlar la crisis. Peor que el huracán es el colapso de las estructuras, la falta de socorro, la imbécil ineficacia del sistema. He aquí la verdadera pesadilla: Nueva Orleans demuestra que el marco convencional de nuestras vidas, todo aquello que damos por sentado y por seguro, no es más que un espejismo tembloroso. Que la realidad es una fina, inestable capa gelatinosa bajo la que bulle y se revuelve el caos. Y que en un abrir y cerrar de ojos pueden colapsarse siglos de desarrollo cultural, de construcción social, de educación civil. Emergen la brutalidad primordial, el ciego y fiero imperio del más fuerte, el instinto animal de la depredación. Violencia, violaciones, asesinatos. El ser humano en lo peor que es.
Pero también: tan resistentes, tan tenaces. Aunque el Katrina va a dejar una estela de cadáveres y una legión de víctimas traumatizadas por el horror vivido, lo increíble es saber (siempre ha sido así en las catástrofes) que la mayoría conseguirá superar este espanto. Con el tiempo, llorarán a sus muertos, asumirán sus duelos, limpiarán y reconstruirán día tras día, con tesón de hormigas, la ciudad devastada, todo ese destrozo que hoy parece irrecuperable. Dentro de poco volverá a estar en pie Nueva Orleans, e incluso harán películas sobre el tema. Dentro de poco se habrá vuelto a remendar el vaporoso espejismo de la realidad. Tan empeñados en sobrevivir, tan capaces de resurgir de las cenizas.

                                                                                  Rosa Montero. El país