TIEMPO DE SILENCIO
Fragmento de Tiempo
de silencio (1962), de Luis Martín-Santos, en el que leemos las reflexiones de un personaje que intenta superar
el miedo que le provoca el hecho de estar en la cárcel acusado de homicidio.
Solo
aquí, qué bien, me parece que estoy encima de todo. No me puede pasar nada. Yo
soy el que paso. Vivo. Vivo. Fuera de tantas preocupaciones, fuera del dinero
que tenía que ganar, fuera de la mujer con la que me tenía que casar, fuera de
la clientela que tenía que conquistar, fuera de los amigos que me tenían que
estimar, fuera del placer que tenía que perseguir, fuera del alcohol que tenía
que beber. Si estuvieras así. Manténte ahí. Ahí tienes que estar. Tengo que
estar aquí, en esta altura, viendo cómo estoy solo, pero así, en lo alto, mejor
que antes, más tranquilo, mucho más tranquilo. No caigas. No tengo que caer.
Estoy así bien, tranquilo, no me puede pasar nada, porque lo más que me puede
para es seguir así, estando donde quiero estar, tranquilo, viendo todo,
tranquilo, estoy bien, estoy bien, estoy muy bien así, no tengo nada que
desear.
Tú no
la mataste. Estaba muerta. Yo la maté. ¿Por qué? ¿Por qué? Tú no la mataste.
Estaba muerta. Yo no la maté. Ya estaba muerta. Yo no la maté. Ya estaba
muerta. Yo no fui. No pensar. No pensar. No pienses. No pienses en nada.
Tranquilo, estoy tranquilo. No me pasa nada. Estoy tranquilo así. Me quedo así
quieto. Estoy esperando. No tengo que pensar. No me pasa nada. Estoy tranquilo,
el tiempo pasa y yo estoy tranquilo porque no pienso en nada. Es cuestión de
aprender a no pensar en nada, de fijar la mirada en la pared, de hacer que tú
quieras hacer porque tu libertad sigue existiendo también ahora. Eres un ser
libre para dibujar cualquier dibujo o bien para hacer una raya cada día que
vaya pasando como han hecho otros, y cada siete días una raya más larga, porque
eres libre de hacer las rayas todo lo largas que quieras y nadie te lo puede
impedir.
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